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lunes, 21 de junio de 2010

De la esfera del Mundial a la esfera pública: una producción 6 7 8

(Martín Rodríguez Baigorria me envía un sugernte texto, especial para Escribir el Mundial. Helo aquí:)


Me pregunto si en un 678 de esta semana se pudo atisbar, al menos por un momento, aquello en lo que consitiría la "épica de una construcción colectiva". Ya son conocidas las críticas al supuesto proselitismo del programa, a su falta de "objetividad", etc. pero sólo desde esa perspectiva ideologizada es posible entrever la gestación de un relato colectivo donde ya no hay roles ni actores fijados de antemano, sino que ambos se desplazan creando una nueva figura, un nuevo tipo de interpelación más abarcativa, ajena a las temores tradicionales que acechan nuestras ideales de convivencia y paz colectiva. Si mal no recuerdo, fueron básicamente tres intervenciones al hilo: Mariotto, Barone, Chudnosky, pasandose la pelota como si fuera una jugada ya conocida, practicada de memoria, pero que esta vez tuvo un resultado semántico inesperado. Acaso fue Mariotto quien aludió primero a la ley de medios como una "ley de la democracia", en un sentido no sólo periodizador, sino también conceptual, y si se quiere, axiomático. Abstrayéndonos por un momento de su significado literal, "ley de medios de la democracia" constituye por si mismo una especie de axioma filosófico en torno aquello que constituiría la praxis esencial de un demos no atomizado. Ya que el "pueblo" según Mariotto no son precisamente aquellos sujetos a una supuesta dependencia clientelar, o a las inercias del consumo pasivo, sino aquellos capaces de reflexionar sobre los mensajes sociales, y a su vez intervenir sobre ellos para desviarlos de su recorrido original, dirigiéndo su significado hacia un destino muchas veces inesperado. Desde una condición previamente atomizada, el "pueblo" se constituye a si mismo a partir de un rediccionamiento de aquello que constituye el significado de "lo común". Como afirma Mariotto, la "ley de medios" puso en escena nada más y nada menos que ese proceso de reflexión colectiva. Pasado el siguiente clip, donde se asistía al humor de un Tevez zumbón y avisado, Chudnosky recuerda hasta qué punto ese jugador tuvo que aprender los códigos de un periodismo maledicente, entrenados para re interpretar y re descubrir con avidez la miserabilidad de cualquier dicho intrascendente. Y remata Barone: "al igual que todos, Tevez también tuvo que aprender a interpretar a los medios". Y así, al menos por un instante, se da un nuevo tipo de comunión entre el ídolo y la hinchada, donde esta ya no celebra la gesta del primero (épica antigua), sino donde ambos se reencuentran realizando la misma tarea, en la cual el ídolo corporiza, comparte, y exhibe el triunfo de una silenciosa tarea colectiva (épica moderna). "Fue una producción 678 para todo el país".

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