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lunes, 28 de junio de 2010

sábado, 26 de junio de 2010

Artillería y tango

Nuestra corresponsal en España nos recomienda este excelente artículo de Ladislao J. Moñino para www.publico.es del 17/06/2010

http://www.publico.es/deportes/321390/argentina/golea/corea/norte//clasificada/octavos

jueves, 24 de junio de 2010

¿Es un crack?

(Martín Glozman nos envia este relato)


-¿Porqué Mecí es un crack?
-¿es un crack?
-es un crack
-¿un crack?
-un crack, ¿se dice así no?
-es un crack
-si, se han observado muchas cosas sobre Mecí, ¿no?, aún más los fanáticos, sus seguidores, pero ¿se ha analizado su juego alguna vez desde una perspectiva ontológica?
-…
-Sí, Messi no evita el conflicto.
-…
-Se reúne con los jugadores que lo persiguen.
-…
-Los busca, los encuentras, se encuentra a sí mismo entre ellos.
-…
-Los busca, ¿no? ¿Persigue el espacio vacío de la cancha? Cuando tiene la pelota digo, ¿qué hace Messi?
-Qué hacer, ¿no?
-Sí, qué hacer.
-…
-¿Messi busca el espacio vacío? ¿el desplazamiento hacia el espacio inexplorado?
-…
-No, ¿no? Yo lo veo tomar la pelota e ir entre medio de los jugadores
-…
-Si hay tres, busca el espacio entre los tres, donde menos espacio hay. Gana la cancha donde ya está llena ¿no?
-¿Me hablás de Messi o de una filosofía?
-Del pibe, del pibe.
-¿Busca la cancha donde ya está llena?
-No genera del vacío.
-¿crea el vacío donde ya está lleno?
-No, no, escuchame. Gana la cancha donde ya está llena, donde no hay vacío, donde no entra el jugador, ahí va Messi, donde tiene la pelota.
-¿Con los materiales que ya hay? ¿Dónde hay saturación de materiales?
-… ¿Materiales? ¿de qué hablás? ¿no te gusta el fútbol?
-¿qué te pasa?
-¿No lo ves a Messi? Toma la pelota y se mete entre los tres, ¿porqué? ¿cómo gana la cancha así? ¿eh? ¿cómo los marea? ¿los marea?
-Pará un poquito, ¿los marea? ¿Maradona? No, no, eso no.
-Es otro jugador, tiene otra sobriedad.
-¿el juego de Messi todavía no puede comprenderse?
-exacto, todavía no hay materiales.
-¿Materiales? ¿Qué te pasa?
-Sí, sí, tiene una sobriedad… falta de picardía…
-es bien europeo.
-… es un niño, el nene, ¿eh? Es lo que es, toma la pelota y se mete entre los jugadores, les gana con su juego, no los marea, sólo les gana, los deja ahí, luego, sí, busca el costado, perfila, después sí, sigue, pero ese momento, ese movimiento es singular, único, existencial, es una ontología del jugador, ¿estrategia?, sí, pero ontolóígica, toma la pelota y perfila hacia el otro, va a ganar ahí, donde ya están. Deja el espacio vacío donde ya estaba lleno.
-…
-El espacio mesiánico de la selección.
-Sí.

miércoles, 23 de junio de 2010

Qué vivan los frágiles

El País - Babelia Mundial de Fútbol
23/06/2010
OLIVERIO COELHO sigue a la selección de Argentina

De no haber sido por el fútbol, en mi infancia no habría hecho amigos. El fútbol representó, para el niño introvertido que era, un momento inicial de desinhibición y lealtad: el momento en el que se gana una lengua en un espacio baldío. Esa lengua ajena a la familia y a las instituciones es la amistad.

Veinticinco años después, antes del partido de Argentina, con unos amigos nos reunimos en una casa, frente a un televisor, con una botella de Cynar y cuatro vasos. Una vez más, la excusa es el fútbol. Como en toda mesa de amigos, surgen enseguida discrepancias. L. me advierte que en estas crónicas soy demasiado duro con Heinze. A., fisonomista imaginativo, observa que Di María es un híbrido de Kafka y el Petiso orejudo, y que en un deporte mediado por la producción de imagen y la publicidad, hay que ser realmente talentoso –como Di María o Tévez– para llegar tan alto.

Estoy de acuerdo en que a veces algunos jugadores –especialmente los ingleses y los franceses– se ven más favorecidos por su imagen que por el talento al momento de ser fichados por un club. Son como actores de Hollywood, donde importa más el cómo te vendes que el cómo lo haces. Así parecen formarse hoy muchas selecciones europeas: un casting de figuras, donde no hay lugar para los débiles. En la Argentina, en cambio, hay una constelación de jugadores frágiles y desgarbados. Di Maria, Pastore, Bolatti, Messi. No tienen cuerpos de atletas sino de hombres como uno, a los que les cuesta salir de la cama a la mañana.

No hay más tiempo para digresiones, porque comienza el partido. Enseguida confirmo algo deprimente: para algunos equipos el fútbol ni siquiera es un ajedrez táctico. Hay equipos que renuncian hasta a la mediocridad para ser nulos, suprimir las combinaciones del fútbol con un simple argumento: “preferiría no atacar”. Con posibilidades de clasificarse, Grecia defiende con ocho en el fondo. No es que la táctica prevalezca sobre el talento. El miedo y la mezquindad prevalecen sobre la voluntad de jugar y, casi diría, vivir.

Es inexplicable que un equipo bartlebiano como Grecia se haya clasificado a un Mundial para luego no arriesgar nada. Contra equipos tan desmoralizados –ni Corea del Norte ni Argelia empatan a Grecia en desánimo–, da pena jugar. Una frase de A. define muy bien una de las dos certezas que me acompañan durante el primer tiempo: “bailar solo es más difícil que bailar acompañado”. La otra certeza es que De Michelis, con su lentitud y falta de anticipación, va camino a convertirse en el Heinze de ésta selección.

En el segundo tiempo Argentina sin embargo baila, sin desesperarse. El único que no puede lucirse es Messi, acosado por el fantasma de una marca personal. Pero por fin la defensa de Grecia colapsa. Entonces da la impresión de que si el partido siguiese, el resultado podría redondearse en una media docena de goles.

Con L, A y M, además de defender la épica de la fragilidad, coincidimos en algo: México va a ser un rival mucho más digno y temerario que los que tuvimos hasta ahora. Así como la amistad, a través del fútbol, marcó la naturaleza de mi infancia, tengo la impresión de que el grupo que forma la selección argentina ha recuperado en la cancha, a través de la amistad y de la figura tutora de Maradona, un placer que el hiperprofesionalismo fue suprimiendo: el de jugar para divertirse, como en esa tierra baldía que llamamos potrero.

* Oliverio Coelho (Buenos Aires, 1977). Su último libro es "Parte doméstico" (Emece, 2009). Administra el blog conejillodeindias.blogspot.com.

lunes, 21 de junio de 2010

De la esfera del Mundial a la esfera pública: una producción 6 7 8

(Martín Rodríguez Baigorria me envía un sugernte texto, especial para Escribir el Mundial. Helo aquí:)


Me pregunto si en un 678 de esta semana se pudo atisbar, al menos por un momento, aquello en lo que consitiría la "épica de una construcción colectiva". Ya son conocidas las críticas al supuesto proselitismo del programa, a su falta de "objetividad", etc. pero sólo desde esa perspectiva ideologizada es posible entrever la gestación de un relato colectivo donde ya no hay roles ni actores fijados de antemano, sino que ambos se desplazan creando una nueva figura, un nuevo tipo de interpelación más abarcativa, ajena a las temores tradicionales que acechan nuestras ideales de convivencia y paz colectiva. Si mal no recuerdo, fueron básicamente tres intervenciones al hilo: Mariotto, Barone, Chudnosky, pasandose la pelota como si fuera una jugada ya conocida, practicada de memoria, pero que esta vez tuvo un resultado semántico inesperado. Acaso fue Mariotto quien aludió primero a la ley de medios como una "ley de la democracia", en un sentido no sólo periodizador, sino también conceptual, y si se quiere, axiomático. Abstrayéndonos por un momento de su significado literal, "ley de medios de la democracia" constituye por si mismo una especie de axioma filosófico en torno aquello que constituiría la praxis esencial de un demos no atomizado. Ya que el "pueblo" según Mariotto no son precisamente aquellos sujetos a una supuesta dependencia clientelar, o a las inercias del consumo pasivo, sino aquellos capaces de reflexionar sobre los mensajes sociales, y a su vez intervenir sobre ellos para desviarlos de su recorrido original, dirigiéndo su significado hacia un destino muchas veces inesperado. Desde una condición previamente atomizada, el "pueblo" se constituye a si mismo a partir de un rediccionamiento de aquello que constituye el significado de "lo común". Como afirma Mariotto, la "ley de medios" puso en escena nada más y nada menos que ese proceso de reflexión colectiva. Pasado el siguiente clip, donde se asistía al humor de un Tevez zumbón y avisado, Chudnosky recuerda hasta qué punto ese jugador tuvo que aprender los códigos de un periodismo maledicente, entrenados para re interpretar y re descubrir con avidez la miserabilidad de cualquier dicho intrascendente. Y remata Barone: "al igual que todos, Tevez también tuvo que aprender a interpretar a los medios". Y así, al menos por un instante, se da un nuevo tipo de comunión entre el ídolo y la hinchada, donde esta ya no celebra la gesta del primero (épica antigua), sino donde ambos se reencuentran realizando la misma tarea, en la cual el ídolo corporiza, comparte, y exhibe el triunfo de una silenciosa tarea colectiva (épica moderna). "Fue una producción 678 para todo el país".

domingo, 20 de junio de 2010

Si Maradona no existiera, habría que inventarlo

Argentina ha pasado de condenada al ridículo a favorita

El País de Madrid. JOHN CARLIN - Johanesburgo - 20/06/2010


Si Argentina llegase a ganar el Mundial, y hay algunos que de manera quizá un poco prematura lo dan casi por hecho, será una victoria para el caos sobre la razón, la inspiración sobre la ciencia. Los defensores de la disciplina militar en el fútbol, cuyo capo di tutti capi es Fabio Capello, habrán sido derrotados por el gran anarcopopulista, Diego Armando Maradona.


De los equipos importantes que hemos visto hasta la fecha en Sudáfrica, el que más ha convencido es Argentina; el que menos, Inglaterra. Cuando Capello anunció su lista de seleccionados, el mes pasado, hubo quien discrepó con una o dos de sus decisiones, pero nadie dudó de la frialdad de sus procesos mentales. Pero, cuando Maradona reveló que ni Javier Zanetti, ni Esteban Cambiasso ni Gaby Milito (gran amigo de Messi en el Barcelona, cuya presencia, se suponía, le brindaría el calor necesario para rendir a su máximo nivel) entraban en su relación de convocados, el análisis fue más por el lado de la telenovela que por el de la lógica. Como han comentado varios observadores argentinos, la cuestión no es tanto si Zanetti es mejor futbolista que Gabriel Heinze, o si Milito o Cambiasso se merecían jugar en función de sus actuaciones en el campo. Todo tiene que ver con jerarquías internas, lealtades personales, antiguos resentimientos, amores y desamores.

La pauta ya se marcó a principios del mandato maradoniano cuando el centrocampista más creativo de Argentina, Román Riquelme, anunció que, por oscuros motivos del corazón, nunca jugaría bajo el mando del dios argentino.

El protagonista de la telenovela siempre es el propio Maradona, cuyas declaraciones son un festín para la prensa: que Pelé pertenece a un museo o que los franceses son despreciables (sin olvidar las contradicciones a lo largo de dos años respecto a Messi); que si su mejor jugador es la clave del éxito de la patria o si es un pecho frío; que si es un chupón o si está en camino de convertirse en el mejor jugador de todos los tiempos. Y para la historia siempre quedará el famoso "¡que la chupen!" dirigido a la prensa argentina.

La polémica mediática persigue a Maradona en todas las fases de su vida. Capello, en cambio, ha tenido una relación excelente con la prensa británica desde que el país más orgullosamente insular de la tierra (por no decir el más eurófobo, xenófobo, misántropo...) y el que inventó el fútbol decidió por segunda vez nombrar a un extranjero como seleccionador nacional, lo que jamás se le ocurriría a un argentino (o a un brasileño, un alemán, un italiano, un español o un francés). Los ingleses han estado encantados con su sargento italiano, convencidos de que lo único que les hacía falta a sus supuestos cracks para conquistar el mundo era un poco de mano dura. Por eso fue que, cuando John Terry tuvo un muy sonado lío de faldas hace un par de meses, el consenso nacional fue que don Fabio había demostrado una vez más su admirable temple al destituirle de inmediato como capitán.

Con lo cual, llegado el Mundial, una buena parte de los que pretendemos imponer un poco de razón sobre los inescrutables acontecimientos que se observan dentro del campo de juego nos pusimos de acuerdo en que Inglaterra era un serio candidato para alzar la Copa más deseada el 11 de julio en Johanesburgo mientras que la surrealista selección argentina estaba condenada al fracaso, por no decir al ridículo. El sereno y sabio Vicente del Bosque nombró a Inglaterra como el gran rival a vencer.

El balance a los nueve días de haber comenzado el torneo no podría ser más diferente. Inglaterra ha hecho dos partidos lamentables frente a Estados Unidos y Argelia y, ante la dificultad que de repente supone vencer a Eslovenia (país de dos millones de habitantes) el miércoles y pasar a la segunda fase, la prensa ya abona el terreno para un ya antiguo rito inglés, la crucifixión del seleccionador.

Los que dudábamos de la condición divina de Maradona, en cambio, nos estamos viendo obligados a cuestionar nuestro agnosticismo. Ha tenido razón en todo. Lo de Pelé: pues Brasil ha empezado el Mundial jugando fatal, Francia, peor; Heinze: marcó un golazo; la convulsa terapia psicológica que le impuso a Messi: perfectamente afinada para que, llegado el Mundial, estuviera anímicamente en su punto.

Todo puede cambiar en el fútbol de un momento a otro, pero, hoy por hoy, solo cabe decir, honrada y humildemente, que, si el dios argentino no existiera, sería necesario inventarlo.


sábado, 19 de junio de 2010

Mundial de locos

17 de junio de 2010- Barracas- Hospital psiquiátrico Infanto Juvenil- 8:15 am.

Hace una semana ya se había anunciado que se suspendían todas las actividades de Docencia en el hospital, dado que en el aula magna iba a proyectarse el partido.
Con resignación de horario municipal, acepté que iba a verlo ahí. Después me pregunté qué pensaba yo acerca de la suspensión de todas las actividades institucionales (también escuelas, universidades) por el partido de fútbol.

La mañana está fresquísima, en sintonía sudafricana.

Firmo la entrada en "profesionales 3" en mi página, la 153.
A las 8:20, me sorprendí porque eramos cinco gatos locos. Cuando sonó el himno, ya casi todas las sillas estaban ocupadas. Algunos se paraban para acompañar la música. Al comienzo del partido, noté que nunca había habido tanta convocatoria en el aula de Docencia.
Un café, un mate, uniformes de los empleados de limpieza, de la seguridad de la puerta, uniformes médicos, uniformes de cocina, medialuna de manteca, la jefa de Hospital de Día (La Organizadora) empezaba a relinchar (no es metáfora) parada frente al cañón. Los nuevos, los viejos, el director, la Vice, la mafia de mantenimiento y si Maradona se habrá puesto la misma camisa o será otra, o si era botox.
El noventa y cinco porciento de la platea, es femenina. No, no es como verlo en tu casa porque aqui la gente HABLA, comienza el monólogo susurrante y constante -de ahi en más- de la jefa de consultorios externos, sentada a mi lado. Y de ahi en más, un gritar inexplicable frente a cada acercamiento al área (a cualquiera de las dos).

Qué lindo es Higuaín. Qué espalda tiene Jonás. Qué ajustada es la camiseta. Qué bueno está el arquero coreano. Ni soñar con escuchar a Latorre o al Enzo, perdidos entre los nervios de las 150 personas colmadas.

La Organizadora sigue gritando, y cada tanto, un silencio mientras prepara su próximo intento de chiste. Les gritan a los demorados que quieren sentarse en primera fila y dibujan sus cabezotas en la proyección. La Organizadora exclama "Ahora, todos visualicen" (?) y el 10 de Corea se hunde en el gol en contra.
Y de ahora en más, el chiste devenido cábala es "visualicen".

Heinze en cámara lenta
Tevez en primer plano, lentísimo.
Qué linda es esa cámara aérea. Y la del ángulo del arco. Y cuánto lo queremos a Messi, somos como madrazas.
Y la cámara suspende el tiempo y muestra como Heinze saca la lengua al cabecear.
Maradona hace jueguito y lo aplaudimos.

Los grititos y las cornetas sudafricanas me dejan afónica.
Y visualicen.
Gol
Gol y fin del primer tiempo.

Visualicen el muslo lesionado de Samuel, gol, gol. Gritamos de pie, nos abrazamos los enemigos teóricos, los uniformes jerarquizados, los de las miradas soberbias y los que no dejamos de incomodarnos en este mundito de psiquiátrico. Aplaude la que se declaró "antimaradoniana" (sí, es posible fundar esa iglesia), trina el brasilero que se declara indiferente al fútbol. La Organizadora organiza las canciones fanáticas del triunfo y todos de pie, con la sola luz de la proyección.

Y qué pienso yo de la suspensión de clases, de asistencia, del ver un partido de nuestra selección con otros, de montar una escena que nos apasiona, nos enlaza, nos identifica... pienso que apena no tener otros eventos, comunes, aunque por fuera de lo cotidiano que logren las comuniones que allí se producen, y que sino podrían llevarnos toda la ordinaria vida.

El 4 a 1 nos deja felices. Danzando en la locura, la dejamos adentro de las salas de internación, donde están los niños locos. Porque los locos están siempre en otra parte.

Escribir y pensar el Mundial

“De pies a cabeza” (ensayos de fútbol) es una compilación de textos sobre el “deporte rey” que muy atinadamente sus autores presentaron ayer, 18 de junio, a poco de comenzado el Mundial, en Arte sin Techo.

La singularidad de Bochini y su pensamiento colectivo, el efecto de la televisión (y sus repeticiones) en las hinchas, los jugadores “borrachos” que inventan su juego dentro del juego, la acumulación de poder de Riquelme, Tevez desmintiendo la impenetrabilidad de la materia y muchas cosas más están contenidas en estas 98 páginas que, como quedó claro ayer en la exposición, están escritas con pasión y reflexión tanto para entendidos como para quienes no lo son tanto.

Así se presentan ellos:

“Se dice que el fútbol no se piensa, que de fútbol se sabe, incluso que sólo se siente, como si pensar no afectara el sensorio, como si moverse no agitara las ideas. Si es alegría es una, de pies a cabeza. Futboleros, somos afines: compañeros o contrincantes, salvados del finalismo que desplaza la vida. Esto es porque sí, porque esto. La pelota nos iguala en la recuperación del sentido inmediato.

Los ensayos aquí reunidos piensan el juego, el grito, la geometría y la temporalidad, la implicación social del hincha y las políticas que pugnan la estética de la redonda. El grito es nosotros: ganamos seguro”.

Ellos son Juan Manuel Sodo y Agustín J. Valle (compiladores), Martín Lipszyc, Federico Levín, Rubén Mira, el Colectivo Inmediato, Daniel A. Liñares y Juan Pablo Hudson.

Contacto: ensayosenvivomail@gmail.com

Por Claudia Regina Martínez

jueves, 17 de junio de 2010

Dr. Messi & Mr. Hyde

por ANDRÉS NEUMAN*

El Mundo - Madrid, 17 de junio de 2010

Como todo lo grande, el fútbol se entiende mejor más allá de sí mismo. "Siendo tan tímido", le preguntó una amiga de infancia, "¿cómo podés salir a la cancha y hacer lo que hacés delante de cien mil tipos que te están mirando?". Messi sonrió (tímidamente, imagino) y pronunció la mejor respuesta que, dada su escasa locuacidad, pronunciará en toda su vida:"No sé. No soy yo".


Messi tiene cara de haberse educado en una campana de cristal. De haber sido protegido hasta el aislamiento. Masculla en argentino como si acabara de aterrizar en Barcelona, donde lleva media vida. No responde en catalán, aunque lo comprenda perfectamente, cuando los medios culés lo interrogan en la lengua de Carner. Como no participó profesionalmente del fútbol argentino tiende a sobreactuar su apego a sus orígenes, en una probable mezcla delealtad, culpa y obediencia. Porque Messi parece obediente. Frágil. Callado. Casi autista. Sin embargo, o por eso mismo, en cuanto pisa un campo de fútbol no solamente cambia. Sino que se transforma en otro. En su perfecto opuesto. En su bajito e infinito Mr. Hyde.

En cuanto pisa un campo de fútbol, Messi se vuelve ingobernable: jamás se limita a guardar su posición, puebla todo el ataque, se filtra por el centro, se deja caer a las bandas, invade el área, baja a recibir. Hace, poéticamente hablando, lo que le sale de los cojones. Y sus cojones son inmensos como los de Dante. En cuanto huele el césped, el físico de Messi se endurece: no hay patada que lo intimide, ni derribo que lo disuada, ni central que le gane en carrera. En cuanto roza una pelota, Messi habla, parlotea, monologa. También ha aprendido a dialogar. Y eso era lo único que le faltaba (junto con el pase en largo) para ser el mejor entre los mejores. En cuanto escucha el pitido inicial, como si se tratase de una pócima, Messi troca su autismo por una atención superlativa, casi exagerada al juego. Se conecta con todos sus compañeros (a los que salva si se ahogan) y todos sus rivales (a los que elude de reojo). Y en especial, huelga decirlo, con Eso. Con lo Único. Con la Pelota.

"No soy yo", dijo Messi. O quizás al contrario: sólo entonces es él. Sólo entonces, ejerciendo su genio, averigua quién es. El resto del personaje hiberna entre partido y partido. En ese sentido Messi, aprovechando el hallazgo de Valdano, encarna el antídoto del miedo escénico. Su verdadera personalidad vive ahí, en el riesgo. Todo lo demás parece producirle una mezcla de pudor y aburrimiento.

Nada en Messi transmite esfuerzo. Por supuesto se entrena, entrega y lucha. Pero apenas lo notamos. Lo visible, lo que percibimos con la boca abierta y nuestra infancia en vilo, es que él llega antes, corre más, juega mejor. Que gambetea cuando, como y donde se le antoja. Que marca goles por congelación del prójimo. Messi es, por citar a un compañero de selección, la antítesis de Higuaín. O, por citar a un eterno contrincante, de Cristiano Ronaldo. Ambos merengues son, cada uno a su nivel, jugadores imprescindibles. Muchos vemos los partidos del Madrid sobre todo por ellos, por sus látigos y relámpagos. Pero ni ellos ni otros darán nunca la sensación de naturalidad, ligereza, despreocupación de Messi. El colosal Cristiano aprieta la mandíbula en cada jugada, tensa cada músculo para superar a sus marcadores, lleva al límite la voluntad humana. Al doctor Messi, o a su Mr. Hyde, se le escapa una superioridad divina casi sin querer.

Divina. Argentina. Mundial. Maradona. La pregunta insiste sola: ¿será Messi como Él? ¿Lo es ya? ¿Podría ser incluso mejor? Hasta el momento, el muchacho ha confirmado en Barcelona una inigualable capacidad para mejorar a un equipo buenísimo. Queda por ver si además, como demostró tantas veces su lamentable e inolvidable seleccionador, es capaz de hacer campeón a un equipo mediano. Mientras lo averiguamos, esperemos que Él, Maradona, su Otro Anterior, no estropee el milagro con sus propios infiernos.

* Andrés Neuman ha ganado el Premio de la Crítica y el Premio Alfaguara con su novela 'El viajero del siglo'.

Del Haka a Zakumi

Hace unos días, estuve haciendo el esfuerzo de imaginar cómo será que ven a Brasil los paises que no tienen una selección-potencia-Mundial. Sinceramente, desde mi óptica argentina me era imposible entenderlo. Brasil es un país hermano, hermoso, increíblemente atrapante, con una música cautivante, un humor fantástico, una adjetivablemente óptima predisposición a la buena cara de la vida. Sin embargo, hablando de fútbol, no creo que nunca los haya soportado. Entonces intenté pensarlos como los Angeles Lakers, o quizás como los New York Yanquis del fútbol, pero aún no era lo suficientemente pesado.

Y en eso apareció en el horizonte el parangón: Brasil es al fútbol lo que los All Blacks son al rugby.

miércoles, 16 de junio de 2010

La pelota no dobla

No importa la rosca que se le meta, ni si se juega por abajo, ni por arriba, ni con Iniesta descosiéndose la zapatilla, ni con un Cristiano "hay que cheto que soy" Ronaldo desgañitándose por sus ocasiones perdidas. Las pelotas que entran son las rectas, las directas, los tiros certeros, los cabezazos descomunales como el de Heinze. Pareciera que Sudáfrica está en la altura o, me parece más adecuado, que los equipos no están a la altura de las circunstancias que este Mundial africano merece.

La pelota no dobla, señores. Entonces necesitamos de una vez al fútbol que nos gusta a todos, el del toque y la gambeta, el del Messi nuestro de cada día, el inteligente, el oportuno, el que no se produce por el pelotazo ¡pum para arriba!, el que baja como un toque mágico cuando la tocás tres veces y el corazón se te detiene un momentito nomás. Hay quienes le echan la culpa a la pelota, sí, pero esta pelota es increíblemente certera en hacer extremas ciertas virtudes que tiene el fútbol: los arqueros que se estiran, los equipos que tienen que jugar en equipo y la concentración, la inteligencia futbolera, que tiene que aparecer en los pies de los que más saben. Si al fútbol se puede jugar con una media, también se puede jugar con esta liviandad.

El fútbol que esperamos de un Mundial aún no llegó. Los candidatos han sido fieles a lo que son. ¿O es que esperábamos que Italia pasara del empate eterno de su historia? ¿Y España podía no perder cuando se enfrenta a una situación gigante? ¿Brasil podía empezar un Mundial a pleno? Los únicos que han rajado la tierra del fútbol han sido Alemania y Argentina, ambos jugando un magnífico fútbol sudamericano.

Para que la pelota doble, hay que meterle rosca, por que así nomás, no lo hará.

Los brasileños no son latinoamericanos (o algo así creí entender)

Por Claudia Regina Martínez

El comienzo del Mundial me encontró este año en Río de Janeiro, entre banderitas amarillas y verdes y pantallas gigantes en las playas. Tenía claro que eso suponía convertirme en blanco de todo tipo de bromas (empezando por la misma televisión, que no hacía más que repetir los spots de la cerveza “Skol” en la que se parodia a los argentinos). Todo bien. Forma parte del juego. La rivalidad entre brasileños y argentinos en el fútbol es histórica y no iba a ser yo quien intentara desarticularla.

Por lo tanto, que todos los brasileños estuvieran a favor de Nigeria me pareció normal, aceptable y lógico. Pero que hincharan por Sudáfrica ante México me pareció algo más extraño. Y más extraño me pareció que a ellos les pareciera extraño que yo hinchara por México. “Pero si son latinoamericanos”, argumenté con una lógica para mí irrefutable. “Pero los brasileños no somos latinoamericanos”, respondieron.

Ah, ¿no? ¿Y qué son?

Las charlas al respecto fueron variadas e interesantes. Una directora de cine de Florianópolis me explicó que para ellos Latinoamérica está “a sus espaldas” y que no es hacia allí a donde miran. Una estudiante me dijo que tenían muchos prejuicios. Para ellos México es el patio trasero de Estados Unidos, de lo cual, según me explicaba, responsabilizan a los mismos mexicanos. Los argentinos, por su parte, les caen mal porque se creen muy europeos.

“No tenemos ninguna consciencia de ser latinoamericanos”, me explicó. “Más bien somos africanos”, agregó. Lo que también tiene su lógica…

Busqué y en todas sus acepciones Latinoamérica o América Latina incluye a Brasil, si bien hay controversia sobre el uso de estos términos, ya que excluyen a quienes no hablan lenguas de origen latino, es decir, indígenas y afroamericanos.

Da para mucho. En todo caso, me quedé con ganas de profundizar en el tema. Después de todo, Lula es un referente para Latinoamérica (ahí está, por ejemplo, su actuación tras el golpe en Honduras). Y ahora a Brasil le toca organizar el Mundial del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016. ¿Podremos decir entonces que el Mundial y los Juegos Olímpicos se juegan en Latinoamérica?

sábado, 12 de junio de 2010

Fútbol y Patria: ¿somos más nacionalistas durante el Mundial? Por Isabel Cittadini (*)

11-06-2010 | Mdz on line, Mendoza | Sociedad


Los Mundiales son el mayor espectáculo global de la industria cultural y el público participa ansioso de ese espectáculo. ¿El fútbol permite la aparición de relatos nacionalistas?, ¿canaliza una expectativa colectiva o es un desborde publicitario y político que poco tiene que ver con la pasión por este deporte?


Existe la idea de que el mundo entero entra en una fiebre nacionalista en cada Copa del Mundo. Sin embargo, es imprescindible atender a cada caso local y fundamentalmente a cada momento histórico. La antropología y la sociología latinoamericanas han trabajado largamente en los últimos veinticinco años sobre esta pasión de multitudes.


En Fútbol y Patria, publicado en 2002 y reeditado –ampliado– en 2008, el doctor Pablo Alabarces, investigador principal del Conicet, analizó las relaciones entre fútbol, identidades y nacionalismo en la Argentina a lo largo de la historia del fútbol local. La primera edición cerraba en el Mundial de Corea-Japón, la segunda se ampliaba hasta Alemania 2006.

Las investigaciones sobre las relaciones entre el fútbol y el nacionalismo coinciden en que es imposible formular una teoría general. Sobre la base de ciertas coincidencias, los modos en que el deporte, en especial el fútbol, ha permitido la aparición de los relatos nacionalistas que se modifican en función de múltiples variaciones.

El fenómeno es distinto en Brasil o en la Argentina, en Ecuador o en México, en España o en Escocia. “En Ecuador, las clasificaciones a los Mundiales constituían acontecimientos desmesurados, pero porque la selección era uno de los pocos elementos que permitía superar las diferencias identitarias abismales –que el fútbol local reproducía– entre la sierra y la costa, diferencias que reaparecen incólumes transcurrido el Mundial”, analiza Pablo Albarces.

Pero según también este sociólogo, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en México, el fútbol canaliza cada cuatro años una expectativa desbordada, aunque se trataría más “de un desborde publicitario y político” que realmente popular y, así, durante lo que llama ritual futbolístico, habría una “suspensión de las hostilidades”.

En Europa no se consigue

En España, el fútbol se presenta como una solución imaginaria a las diferencias regionales, solución que no se consigue debido a los nacionalismos comunitarios –vascos y catalanes, especialmente– que rechazan toda identificación con lo que llaman “el Estado español”.

Para los catalanes, el Barça y para los vascos el Athletic de Bilbao. Sus equipos ocupan ese símbolo nacionalista, sin tener en cuenta la selección nacional. Mientras, en Escocia, los estudiosos hablan de un “nacionalismo de 90 minutos”. La identidad escocesa, con su conocido “coranzoncito maradoniano” se condensa en sus selecciones, aunque el éxito sea efímero.

¿Somos más nacionalistas durante el Mundial de fútbol?

La idea de que el mundo entero entra en una fiebre nacionalista en cada Copa del Mundo sería a esta altura una mala interpretación.

Los brasileños son más nacionalistas que los argentinos, pero la Copa de 2002 fue celebrada como una “Copa gaúcha”, y los clivajes regionales brasileños tienen una enorme envergadura, difícil de superar. Los argentinos aparecen como históricamente más ligados a los avatares de sus selecciones, pero esto se comprueba apenas en el período de esplendor de Maradona, mientras que después de la Copa de 1994 los hinchas se replegaron a sus aficiones locales, dejando la selección en un modesto segundo plano.

“Las coincidencias son a esta altura más o menos obvias: el fútbol –nuevamente, los distintos deportes– son un mecanismo típico de articulación de fenómenos de identidad, desde el nivel micro del barrio hasta el mayor de la nación”, aclara Alabarces.

También ha sido largamente estudiado que en ese sentido el deporte ha tendido a cumplir funciones anteriormente reservadas a los mecanismos de la modernidad: la etnia, la clase, la política, el trabajo.

Allí, el deporte –el fútbol a la cabeza– ha revelado su eficacia por su calidez, por ser barato, por su omnipresencia a través de los mass-media, por la facilidad con la que encarna el discurso de lo pasional –nada aparece tan indiscutible como lo sentimental, y el fútbol es un territorio fértil para esos argumentos.

Lo que resta, en esa dirección, es la producción de más investigación que revele las diferencias, los particularismos; la manera en la que un hincha mexicano difiere de un colombiano, en la que un hincha del ascenso se diferencia del hincha de un equipo grande; sus relaciones con las clases sociales –correlación que es hasta hoy mítica, porque nadie la ha estudiado–; los modos en que los públicos femeninos se están incorporando de manera acelerada, etcétera.

En el libro, Fútbol y Patria de Alabarces, se hace referencia al peso de los tribalismos de la hinchada por sobre una presunta “pasión argentina” como una consecuencia de la fragmentación y desarticulación de la sociedad.

Pero esa “hinchada argentina” es una abstracción, difícil de construir frente al peso irrefutable de la pasión local: ser hincha de Racing es, aun, mucho más fácil. La imagen de los hinchas y jugadores de Boca Juniors festejando un título local y desconociendo con cánticos a la selección es una imagen incontrastable.

Lo que domina hoy el panorama local es aquello con lo que concluye Fútbol y Patria: “La pasión argentina es apenas un argumento publicitario, un nacionalismo de mercado que transforma las expectativas más o menos deportivas en fanatismos ofrecidos como mercancía. La pasión no se compra ni se vende, dicen los hinchas, aunque los sponsors oficiales de la selección lo desmientan cotidianamente”, concluye Alabarces.

Lo cierto es que los Mundiales son el mayor espectáculo global de la industria cultural y los públicos participan ansiosos de ese espectáculo: por excepcional, por mera curiosidad, o por la legítima expectativa –reservada para los entendidos– de ver buen fútbol.


(*) La autora de la nota es periodista y desempeña su trabajo en el departamento de Comunicación Institucional y Prensa del CONICET.

Zinedine Zidane: dos cabezazos, dos destinos divergentes

(Mi primer post en Escribir el Mundial en verdad se ubica en el borde anterior: es una crónica escrita apenas terminada la final del 2006)


Sobre el final del primer tiempo suplementario, ZZ abrió el balón con la clase de siempre a su derecha. Francia desde comienzos del segundo tiempo dominaba territorialmente el juego, y sólo le faltaba una mayor cuota de agresividad (un fenómeno muy francés, el de la "peruanización de su fútbol": mucho toque, mucho dominio, mucha técnica, pero poco punch). Pero esta vez ZZ ínvitó con su pase a la subida de Willy Sagnol, y buscó el área. Willy tiró el centro medido que superó a un defensa azurro para encontrarse con la carrera de ZZ. Si ZZ es genial, es porque es un jugador completísimo: a diferencia de Maradona, cabecea muy bien. Y eso sucedió: el cabezazo de ZZ fue una suerte de penal. La pelota salió con fuerza singular, y el vuelo de Buffon y su atajada con una mano (una de las mejores del campeonato, sin dudas) evitó lo que hubiera sido, con toda seguridad, el gol del torneo.

Pero mucho más que el gol del torneo. Buffón evitó lo que pudo ser el trampolín de ZZ no sólo al estrellato en Alemania 2006; ZZ, en el partido final de su carrera, inmediatamente hubiera quedado consagrado, sin posibilidad de discusión, en el podio de los más grandes jugadores de la historia, junto a Maradona y Pelé. Aún más: imagino que no hubieran faltado las voces que reclamaran, acaso con alguna justicia, que ZZ es el más grande jugador de todos los tiempos.

¿O acaso no hubiera sido absolutamente consagratorio sacar a Francia campeón por segunda vez en su historia? ¿Qué jugador salió dos veces campeón como ZZ? Sólo Pelé. Todavía más: ¿QUE JUGADOR HA TENIDO UN PROTAGONISMO TAN GRANDE EN DOS FINALES DEL MUNDO COMO ZZ? Ni Maradona, ni mucho menos Cafú u algún otro pentacampeón brasilero. ZZ HUBIERA CONSEGUIDO EL RECORD DE SER EL JUGADOR CON MAS CONQUISTAS EN FINALES DEL MUNDO (4). ZZ, qué duda cabe, se instalaba en el cielo de los cielos.

Pero Buffón sacó la pelota al corner. Y unos 10 minutos más tarde, quiensabeporquémotivo, ZZ daba otro cabezazo. Deben pasar muchas cosas en la vida de una persona que se sabe vista por dos mil millones de personas. Hay que empezar a considerar el miedo escénico como un ingrediente central en los Mundiales de fútbol. Pero no sabemos qué fenómeno habrá ocurrido con el gran ZZ.

Lo cierto es que ese otro cabezazo sobre el mediocre Materazzi (le habrá insultado la madre, la esposa, o algo?), selló en un instante ese otro destino para ZZ.

Lástimísima. Pero parece que la primacía de ese segundo cabezazo sobre el primero se ajusta mejor a un Mundial que ha sido cualquier cosa menos justo, cualquier cosa menos lindo.

viernes, 11 de junio de 2010

La fiesta del fútbol

Por Martín Kohan | 04.06.2010 | 23:13 PERFIL

Cuando se habla, como se habla, del espectáculo de las tribunas en el fútbol, y se lo exalta y se lo enfoca y se lo fotografía y se lo celebra, no se piensa en el espectador sonriente que sacude su banderita plástica en la platea baja del estadio, no se piensa en las caruchas pintadas con témpera ni mucho menos en la tontera ecuménica de la ola: se piensa en el despliegue descomunal de enormes banderas y paraguas que brillan en las cabeceras, se piensa en la resonancia impactante de los bombos y platillos y los cantos poderosos. Cuando se elogia, como se elogia, la importancia del aliento sostenido y hasta se le concede influencia en el rendimiento de los jugadores en el campo, no se piensa en el aplauso entusiasta que agasaja la salida del equipo ni en el hecho de gritar gol cuando se produce un gol: se piensa en la disposición tribunera a cantar de manera incesante, manejando con las letras y los tonos las subidas y bajadas de ánimo de los diversos momentos de
un partido.
Hace mucho tiempo que los hinchas que llevan a cabo esa fiesta tan encomiada, los hinchas que organizan y sostienen ese espectáculo tan requerido, reciben dineros cuantiosos para viajes y cotillón, se entongan con dirigentes que los protegen para ser a su vez protegidos y se agarran a piñas o a tiros para dirimir conflictos internos y externos. Por supuesto que no vendrá nada mal indagar quién tuvo a bien financiar el viaje de los barrabravas que actualmente pasean por Pretoria. Pero no quita que cada cual se pregunte por su parte cuál es con precisión el objeto de su entusiasmo cuando mira el mundial por tele y se entusiasma, exactamente a qué le está llamando fiesta y exactamente a qué le está llamando espectáculo.